En los claros finales, hasta
su real linea, omega del diablo,
muchos, a la mujer, llaman.
Pacificadora pesadilla que encoge
la nueva libre ante el todo
vacuo de el que la nada es deshecha, detras
su legado de creador, dando muerte
a voces de escandalo,
a muriaticas letras que aun aullan
y liberan ya hasta un sueño superfluo
para hundirse desde requiem,
pobre alegria feliz de un dedo, afortunado
que en madera altera
la lluvia interior del muerto diablo.
Seguro es para perder suerte,
mantiene lucidez o alerta
riendo, escupiendo sobre la raida piel,
la tersa mano del angel caido;
sobre esa guerrera risa que es requiem del odio,
sobre
esta sombra creadora
que fuera de ello ya late con su olor: miseria...
su real linea, omega del diablo,
muchos, a la mujer, llaman.
Pacificadora pesadilla que encoge
la nueva libre ante el todo
vacuo de el que la nada es deshecha, detras
su legado de creador, dando muerte
a voces de escandalo,
a muriaticas letras que aun aullan
y liberan ya hasta un sueño superfluo
para hundirse desde requiem,
pobre alegria feliz de un dedo, afortunado
que en madera altera
la lluvia interior del muerto diablo.
Seguro es para perder suerte,
mantiene lucidez o alerta
riendo, escupiendo sobre la raida piel,
la tersa mano del angel caido;
sobre esa guerrera risa que es requiem del odio,
sobre
esta sombra creadora
que fuera de ello ya late con su olor: miseria...
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